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Erase una vez. 

Foto del escritor: Niri GonzálezNiri González

Erase una vez una mujer preciosa, de rasgos europeos, hombros fuertes y suaves, ojos azules, turquesas para ser exactos.

Una mujer fuerte, que aguantaba cualquier cosa que estuviese por delante, por muy duro y difícil que se vea en el momento. Valiente, capaz de decir lo que piensa, aunque sea solo para defender a gente que ella creía que necesitaban ayuda. No por ella. Ella nunca se defendía. Maltratada, sin defenderse, no necesariamente tiene que ser físicamente para ser maltratada, no la pegaban, aunque la amenazaban. Era maltratada, psicológicamente todos los días. Eso no quitaba lo que era, valiente.

A pesar de que a ella no le gustaban muchos los niños, los animales le encantaban, realmente tenía un corazón de oro.

Claramente, las historias para las heroínas, el desarrollo del cuento nunca es alegre, la chica era enamoradiza. Sentía con toda su alma y sonreía cual niña cuando le prometían ir a un sito que adorase. Muy dulce. Muy hermosa. Muy real. Ella era real, y lo que solía sentir por las personas de las que se enamoraba, también. Nadie le quitaba su derecho a amar, por el momento. Muchas veces ella daba los primeros pasos. Los besaba y los abrazaba. También salía con muchas mujeres, y volvía a lo mismo, abrazar y besar. Pero ella tenía miedo...

¿De qué? Dirás. ¿De qué podría tener una mujer hermosa miedo? ¿Qué es lo que quitaría el sueño a esta dulce chica que estas describiendo con muchísimo cariño? Tenía miedo a que la rechazaran. No por ella, no por su personalidad deslumbrante y alegre. Por sus genitales. Sí, el mundo se había "equivocado", le habían puesto genitales equivocados acorde a su género, quería pensar. La realidad es que porque tenga otros genitales que no sean lo que la gente dice que debería tener, no debería preocuparla realmente.

Pero aquí tenemos la triste verdad. Muchas personas la rechazaban, porque tenían una idea equivocada de lo que era ser una mujer. Porque no sabían valorar la confianza que ella les había brindado. Ella solía estar triste después de cada tarde que para cualquier otra mujer a la que denominan "normal", habría deseado y disfrutado sexualmente. Ella no era como los demás, ¡por supuesto que no! Claro que no lo era. Por supuesto que ella era especial. Ella destabaca. Pero nadie lo veía.

O eso creía ella. Un día conoció a una persona maravillosa, aunque como alguien que ha tenido malas experiencias en el amor, tenía miedo de que volviese a hacerle daño. Ella después de citas preciosas, de momentos mágicos, le sentó y le confesó que tenía algo que decir. A lo que esa persona se adelantó..

- No te preocupes. Lo sé. Lo he notado. Es fácil notarlo. - dio una risa alegre, sin ninguna maldad escondida. - no deberías esconder que eres una mujer trans, deberías poder decirlo con orgullo. Sé que podrían hacerte daño, pero debes ser libre. Yo te apoyaré hagas lo que hagas.

Y acabaron juntos.

Fin.

Es un cuento, tiene un final feliz. Un final fantasioso, alegre y realmente dulce. Pero la vida real no es así. Miles de mujeres y hombres trans sufren acoso, bullying, maltratos y hasta muchísimos acaban en suicidios. No debería ser así. No debería importarnos lo que tengan, o lo que son, ya que al fin y al cabo, que sean mujer u hombres no cambia por dentro. No deberíamos tener esa mala voluntad y odiarlos.

Pocas historias acaban así, de verdad, a mucha gente le cuesta salir y darse la libertad que merecen. Pero eso no los hace menos valientes.

Sinceramente no tengo más que decir, he dado una historia que alguna persona haya podido experimentar y haya acabado con una persona que lo o la ame sin importar los prejuicios de las personas transfobas y otros que aún no han encontrado lo que desean, ya sea libertad, poder decir su identidad sin que les llegue odio u amenazas o simplemente felicidad.

Muchas gracias.

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